Cuántas veces habré imaginado ese momento en el que yo tenía que dar cierta respuesta, algo simple, cosa de dos letras nada más, era algo tan simple como doloroso sin dudas, pero era lo que tenía que hacer.
Pero como ser humano (ser humano débil) que soy, no respondí de la manera qué debía, ¿y ahora?, ahora estoy en una disyuntiva tan grande como el imperio ruso, sin exagerar demasiado.
Y creo que todo se debe al hecho de no saber a ciencia cierta qué es lo que quiero exactamente, y por el miedo que eso me genera, sumado al de equivocarme, que nunca se aleja demasiado de mi.
Se me presentó una oportunidad que cierto rincón de mi alma estuvo esperando hace demasiado tiempo, y que su falta me ha generado mucho dolor.
Pero a su vez siento que mi corazón poco a poco se fue llenando de una especie de veneno en todo este tiempo, un rencor que congela toda emoción y me hace pensar justamente, en frío. Cuando hago memoria y ese veneno empieza correr por mis venas, me siento con las ganas de comportarme de una manera en la que no me hubiera comportado jamás en esta circunstancia en lo que va del problema en cuestión. Dejar todo, cortar por lo sano, empezar de nuevo, olvidarme de lo demás, de los demás.
Me pongo a pensar en lo que tuve que soportar en este tiempo, en todos los sentimientos desagradables que atravesé, y en lo difícil que se me hizo, y se me está haciendo diluirlos, en la constante lucha que no fue solo conmigo misma, y no sé si vale la pena volver a eso. Porque además, sé que si retomo lo que, en teoría, terminó, no va a volver en su forma original, y por un lado eso va a doler también, porque me conozco y sé que al poco tiempo lo voy a estar reclamando nuevamente; no debería, eso lo tengo claro, y aparte creo que no merezco atravesar por eso, aunque una parte de mí lo va a querer recuperar, no es bueno para mi.
Pero, ¿es eso realmente lo que quiero?, con frecuencia ese plan presenta varias dudas, y por lo general es cuando toda mi parte sentimental, que si bien no se da mucho a conocer, está presente; aparece y hace que afloren todos esos cuestionamientos. Una parte de mí, extraña el pasado, más allá de lo imperfecto que pudo haber sido.
Desconozco, casi por completo, cómo son las cosas vistas desde el otro lado, la otra cara de la moneda, pero el resurgimiento de esta cuestión, la aparición del problema personificado que con esfuerzo intenté enterrar en lo más profundo de mi memoria, intentando hacer que pasara no a un segundo, sino a un decimocuarto plano, me desestabilizó por completo porque hizo resurgir, además de una cantidad enorme de sentimientos y recuerdos dolorosos, una de mis dudas más grandes, ¿acaso yo desaparecí? Siempre quise creer eso, no porque me hiciera feliz, sino porque me facilitaba las cosas, a partir de esa afirmación, yo ya tenía prácticamente las instrucciones de lo que tenía que hacer: olvidar de esa misma manera, más allá de lo que a mi particularmente me podría llegar a costar (que no fue ni es poco). Pero NO, como no es de sorprender, me equivoqué, hicieron que mis instrucciones caducaran, y ahora realmente no sé que hacer, no sé qué vale la pena, qué es lo mejor para mi, qué es lo que en verdad quiero, lo único que sé, es lo que en teoría sería hacer lo correcto, pero no sé si quiero hacer lo correcto, como siempre, y acá estoy, nuevamente, dándole vueltas a un problema que mirándolo desde la perspectiva que tengo en este momento, no me va a dejar tranquila hasta el final de mis días, a menos que yo junte suficiente fuerza de voluntad como para, de una buena vez por todas, darle punto final al asunto, ¿lo voy a hacer?, solo dios lo sabrá.
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