jueves, 2 de octubre de 2008

Espejo

Estimada Cautiva:
Me tomo el atrevimiento de escribirle para hacerle una pregunta que me ha sobresaltado a mitad de una noche,
y me arriesgo a decir que a usted también:
¿Qué sucedería si una mañana de nuestras vidas (seleccionada al azar) advirtiésemos que hemos estado caminando en círculos, siempre por el mismo lugar?
La respuesta es simple:
Habremos descubierto que hemos estado perdidos,
laberínticamente perdidos.
¿Por cuánto tiempo? Podría haber sido toda la vida.
Pero en tal caso, deberíamos considerarnos los afortunados, se nos ha revelado, la posibilidad de echar luz sobre el camino.
Puede sonar atemorizante, ¿no?, la idea de un nuevo camino revelador (Entre nosotros: No lo es).
Si le resulta tranquilizador, le puedo recomendar que imagine que en el final de aquel camino se halla un inmenso valle, interminable y lleno de paz.
Solo eso, y nada más.
El cielo y la llanura, entre ellos, simplemente nosotros.
Imagino que el agraciado día en que eso nos suceda, estaremos cara a cara con algo que nos ha acompañado desde el día en que abrimos los ojos. Pero que JAMÁS hemos querido (ni podido) vislumbrar.
Destino lo llaman.
No obstante, yo soy más afín a la idea de denominarlo Objetivo, y crear así, la sensación de que seré más útil para con un Orden Superior, convencido de que he descubierto que haré algo por él, como si fuese el engranaje de una gran máquina que componemos todos.
Más allá del hecho que nos diferencie simplemente el que usted ha pasado toda su vida leyendo pesados libros ilustrados, más yo no he hecho otra cosa que cargar con mi cuña; sé que me entiende.
(Aunque nadie sabría por qué) Nuestras vidas están perfectamente contrapuestas, de modo que mantenemos un extraño equilibrio.
Es usted, mi espejo, mi Yo antagónico.
Hasta hoy, el día en que se han movido las fichas.

Me arriesgo a presuponer que no tiene miedo (porque yo tampoco lo tengo) de nuestro irremediable camino.
En tal caso, lamento tener que informarle que ya no hay vuelta atrás.
Ambos quedamos de cara al camino (y adiós a los círculos).

Sin más, le envío mis saludos.
Droctulft, el guerrero.



-Basado en el cuento Historia del Guerrero y la Cautiva (Esa clase de obras que mi profesora de Literatura tilda de invaluables cuando en realidad pocos conocen) de Jorge L. Borges y realizado por quien les teclea =) -