martes, 27 de diciembre de 2011

Now...Waiting for the end of the world


Es el último martes del año siendo que restan unos agónicos cuatro días para ser 2012. Esta es la parte en la que tendría que decir “se pasó volando” como siempre, como todo.
Pero esa frase no se corresponde con lo que fue este 2011 que a decir verdad, fue lento y espeso.
Mi deseo al terminar el año pasado fue el mismo de todos los años: Que lo que venga sea aún mejor, agregando ese aún porque mi 2010 tuvo su brillo en líneas generales. Sabía que lo iba a empezar de la mejor manera, y tras haber tenido lo que considero, habrá sido lo mejor de todo el año, confiaba en que tranquilamente podía encender el piloto automático y dejar que todo siga su curso.
Confiarme de las cosas nunca me salió bien.
Estoy haciendo el esfuerzo en rescatar algún esbozo de algo optimista o alguna enseñanza en concreto que haya tenido de todo aquello que se encargó de opacar y grisar estos doce meses, lo único que puedo sacar en limpio es que experimenté cosas que nunca había sentido en mi vida, en todos los sentidos y en muchos más de los que cualquiera que me conozca pueda imaginarse.
No puedo negar que conocí la felicidad como nunca antes, bien lejos y bien sola, lo cual tal vez no es lo mejor, pero por primera vez en mi vida pude decir que me sentí feliz sin nada que opaque ese brillo.
Sentí la emoción y la adrenalina corriendo a toda velocidad en mis venas, mientras que la admiración pasmaba cada músculo de mi cuerpo, queriendo hacer entender a mi cerebro lo que estaba viviendo.
Tuve grandes desahogos después de meses de acumular cosas en mi interior que iban consumiéndome, tanto sola como frente a los problemas, por primera vez también, fui al frente con todos mis miedos, y más allá de haber terminado hundida en llanto se que valió la pena.
Pero también sentí miedo como nunca antes, caí en manos de terceros simplemente deseando que las cosas salgan bien, muriendo de miedo de lo que podría llegar a pasarme.
El dolor, la impotencia, la soledad, bastante protagonistas por muchos, muchos momentos, y la incomodidad…a veces anticipás un golpe con demasiada antelación, y así y todo no sabés como manejarlo cuando sucede frente a tus pies…
Pero ver como eso genera que una gran pared que te protege se desmorona violentamente, y todas las manos están señalándote como culpable, eso es lo que más desespera.
Y eso tampoco lo había sentido nunca.
¿Ya mencioné la incomodidad? Porque ha sido una gran protagonista en todo este gran circo en el que, como siempre, no faltaron secretos y la incertidumbre de no saber qué hacer con ellos. Y la duda te mata….te asusta, te sigue asustando y no queda otra que patearla hacia el año entrante.
Indefinición…no dejes para mañana lo que puedes hacer al día siguiente, en parte por desgano, en parte por falta de motivación…y otra gran parte por el hecho de ser demasiado cobarde como para tomar decisiones y optar por el camino fácil de sencillamente ignorar todo juicio que puedan tener los actos o no-actos que vergonzosamente no vi como sortear.
Muchas veces no supe que hacer, muchas veces no tuve ganas de hacer NADA, muchas más veces tuve ganas de no estar. Y aún más veces el vaso de agua terminó por ahogarme.
Haciendo un balance pleno de lo que ha sido todo este gran monstruo de cosas debería decir que fue un año amargo, con pequeñas y muy puntuales alegrías, sin que esta sensación logre prolongarse por mucho tiempo.
Todo año tuvo su dificultad pero en tiempos pasados lograba rescatar que de todo he sacado una enseñanza y una fortaleza con la cual sobreponerme ante los problemas. It’s times like these you learn to live again no?
No me siento así esta vez, me siento débil y muchas veces decepcionada, principalmente porque no creo ser la única que me ve así.
Acciones, reacciones, conocimiento y desconocimiento me han demostrado que en definitiva, nadie me conoce como realmente soy, y para cada uno de los que me rodean siempre termina faltando una u otra pieza de mi.
Está bien eso? Según dicen por ahí son las acciones las que definen a las personas, y si es así debería estar preocupándome.
Porque ha pasado mucho más por mi cabeza que por mis manos, y muchas de las cosas que han pasado por mis manos han estado erradas.
Es un poco angustiante esa sensación de indignación y disociación que surge cuando alguien te está diciendo que sos una gran persona que no merece lo que le pasa y, sin poder tomar como propio el comentario, ver como pasan por tu cabeza una y miles de razones que podrían refutar esa idea.
Fue un año difícil y muy autocrítico para mi. Siendo mi mayor orgullo el de siempre, el que no vas más allá de las hojas de papel, en el que incluso tuve mis grandes descompensaciones. Pero supongo que por lo menos en algo debo tener la posibilidad de sortear las dificultades y es ahí.
No quiero sonar depresiva porque me desagrada, y porque dejé de insistir en ver todo lo que sucede frente a mi de la peor manera posible, incluso cuando esa es la que sucede.
Simplemente no fue el año con más resplandor de estos veintiuno que llevo, y de los que llevo una conciencia bien marcada debe haber sido de los más complicados.
Confío ciegamente y si fundamento alguno, en que las cosas van a mejorar y se van a reacomodar. Han sido tiempos muy bipolares y si bien es difícil levantar la mirada con una gran sonrisa, no puedo negar que las pocas cosas realmente buenas que han pasado esta vez…fueron verdaderamente muy hermosas, de esas que te guardás el recuerdo para toda tu vida.
Esta vez voy a bajar un poco la vara y sencillamente voy a pedir un poco más de tranquilidad, si, yo, la Stefanía que constantemente se queja de la rutina y la normalidad porque no sabe vivir en ella. Estuve tratando de mantener el equilibrio frente a una gran turbulencia por prácticamente 365 días y ahora mi cabeza solamente necesita descansar.
Como siempre, espero el verano con una tímida expectativa, y con la esperanza de, no se si hacer las cosas bien, pero al menos no hacerlas muy mal, si bien hay equivocaciones de las que no me quejo para nada, me gustaría evitar perjudicar a nadie ni a nada. Después de ahí, que sea lo que la deidad de turno quiera.

Te espero impaciente 2012, después de toda tormenta sale un arco iris dicen.

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